El principal instrumento: el aparato respiratorio

El funcionamiento del aparato respiratorio es de gran importancia para el músico, ya que es el mecanismo encargado de proporcionar el almacenamiento del aire y de su posterior expulsión con una determinada presión. Este aire es la materia prima que acabará convirtiéndose en sonido, en el caso del Saxofón, por la acción de una lengüeta simple.

El desarrollo de la respiración y su aplicación en la interpretación musical de los instrumentos de viento, necesita de un aprendizaje y práctica especial, ya que no es suficiente con la respiración que empleamos para mantener nuestras constantes vitales. De este modo, Frederiksen (1996) afirma que en el día a día no es necesario pensar en cómo respirar correctamente. Por lo contrario, para una actividad más específica como tocar un instrumento, el conocimiento de la respiración puede ser benéfico.

La calidad y cantidad de nuestra respiración influirá decisivamente en el nivel de nuestra técnica de ejecución: en el caso de los instrumentistas de viento, se necesita el aire como perfecto soporte de la Música que se interpreta y, para ello, debe estudiarse el control de la respiración en todos sus conceptos, desarrollando al máximo todas sus posibilidades.

Según Mansión (1947), el estudio de la respiración es, pues, la base de la técnica vocal; sería vano tratar de suprimirlo, ya que ello equivaldría a construir sobre arena. Y, en el caso de los instrumentistas, también es la base de la interpretación con su instrumento.

En el mecanismo respiratorio intervienen fundamentalmente la boca, la tráquea, los bronquios, los pulmones, el diafragma y los músculos abdominales. La inspiración puede realizarse por la nariz o por la boca. En el caso de los instrumentistas de viento, es más recomendable la segunda ya que el volumen de aire que llega a los pulmones es mucho mayor y nos proporciona una mayor materia prima de la que obtener el sonido. Una vez que el aire atraviesa la garganta, pasa por la tráquea (especie de tubo largo que se ramifica en dos a la entrada de los pulmones) y llena las cavidades pulmonares a través de los bronquios y los bronquiolos, con su consiguiente agrandamiento.

Los pulmones no son más que dos masas esponjosas y esencialmente extensibles que, contenidos en la caja torácica, constituyen nuestros receptáculos de aire; mientras que, el diafragma es un ancho músculo transversal que separa la cavidad torácica de la abdominal, esto es, los órganos respiratorios de los digestivos.

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Burba (1997) manifiesta que la respiración es importante, ya que es un sistema que ayuda a la provisión de energía, que hay que producirla y distribuirla. El músculo más importante sobre el que hay que conseguir el mejor control es el diafragma. Cuando se realiza una inspiración profunda, éste desciende para dejar lugar a los pulmones que se están dilatando. Durante la espiración o expulsión del aire, el músculo diafragmático recupera su estado natural produciéndose de forma inversa a la inspiración, esto es: presionando sobre la parte inferior de los pulmones y contribuyendo, con ello, al vaciado de los mismos. El papel del diafragma es el de émbolo o pistón que moviliza el aire de la respiración, pero colabora también de un modo muy activo en los procesos circulatorios y digestivos.

En nuestra vida cotidiana, aprendemos a realizar multitud de actividades importantes para nuestro desarrollo personal; sin embargo, no se nos enseña a controlar nuestra respiración como algo fundamental en la jornada escolar, obviándose sus beneficios para la expresión y, sobre todo, el control de los impulsos y las emociones. Numa (2002) indica que los instrumentistas de viento tienen que ver la respiración como la base fundamental para el trabajo, es el proceso que proporciona la materia prima principal, recordemos que sin aire no se podrá (de ninguna manera) producir el sonido. Del mismo modo, Olazábal (1998) afirma que es el propio aire contenido en el instrumento, el cuerpo sonoro, y no el propio tubo en sí, a diferencia de las cuerdas musicales que ellas mismas constituyen el cuerpo sonoro.

La respiración que se utiliza para vivir es una respiración pasiva, producida por mandato de los centros nerviosos. De manera que, el movimiento respiratorio de la misma se produce por la mecánica de las piezas distendidas que recobran la posición original; mientras que, para los instrumentistas de viento, esta forma de respirar no es suficiente debido a la mayor exigencia de volumen y presión de aire necesaria en la interpretación musical.

Por último, según Ruibal y Serrano (2001), el dominio de una correcta técnica de respiración diafragmática tranquiliza el sistema nervioso y equilibra nuestra energía vital. Por ello, es fundamental para el saxofonista conocer y mejorar su capacidad respiratoria, puesto que ésta le facilita una mejora del autocontrol mental que le permite mantener un mayor grado de relajación durante las pruebas de acceso a otros grados, a orquestas, en conciertos y en el aula. Este autocontrol y esta relajación, harán posible la mejora del rendimiento y la calidad de los solistas y conjuntos instrumentales. Así pues, contando con dicha importancia del proceso respiratorio para el músico de viento, toda técnica que pueda suponer un mayor control de la columna de aire (resultado del proceso respiratorio y productora del sonido) será bien recibida.

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